
En este canecillo, que se encuentra en la fachada sur de la iglesia de San Martiño de Moaña (siglo XII), aparece representado un tipo de aerófono, el DOLIO, que durante el período románico tuvo un uso habitual en el Camino Francés de Santiago, especialmente en Galicia. De las doce representaciones encontradas, ocho están repartidas por las cuatro provincias gallegas.
Faustino Porras Robles, en su tesis titulada “Los Instrumentos Musicales en el Románico Jacobeo”, propone, por su semejanza con el tonel, la denominación latina DOLIO.
Se trata de un pequeño barril, supuestamente de madera, reforzado con aros laterales y con una embocadura en forma de pico que podría servir para soplar directamente con los labios formando bisel, o bien para actuar como aeroducto, conduciendo el aire hacia un bisel situado en la unión del pico con el cuerpo del barril. En ambas posibilidades encontramos ejemplos en miniatura dentro de la familia de los silbatos catalogados como Instrumentos Pobres.
Un ejemplo claro de estos pequeños instrumentos con bisel, conocidos en Moaña como pipas, consiste en soplar a través de un tubito de caña o saúco sobre el agujero practicado en un trozo más grueso de caña, avellano, concha o agalla, entre otros materiales. En el otro caso, el soplo directo con los labios formando bisel, encontramos instrumentos como las calabazas, tubos o siringas.
Este Dolio de Moaña, en particular, está formado por un cuerpo de gran tamaño —al parecer, el mayor de todos los catalogados— que aparece apoyado sobre las piernas del músico. Se encuentra en mal estado de conservación, muy afectado por la erosión.
Aunque en un principio existía la creencia generalizada de que esta representación mostraba a una persona bebiendo de un pequeño barril de vino, simbolizando la embriaguez, hoy se considera que se trata de un gran silbato, un aerófono. Esta interpretación se basa, entre otros motivos, en que no resulta lógico un barril con pico para beber, o en que el tamaño de la mayoría de los representados es tan pequeño que no tendría sentido como recipiente. Además, en algunos casos puede verse con claridad que el músico está en actitud de soplar y no de beber. También hay que tener en cuenta la relación con otras representaciones figurativas en las que objetos como calabazas aparecen en manos de músicos, muchas veces incluso en actitud de tocar, muy parecida a la de los casos del Dolio.
En cuanto al sonido, coincido con el autor de la tesis en que no se puede saber con certeza absoluta cuál sería su sonoridad, pero se puede intuir que emitía una única nota de tono grave, que podría haberse utilizado como bordón o nota pedal para acompañar las melodías ejecutadas por otros cordófonos y aerófonos con los que habitualmente aparece representado. Este es el caso de la iglesia de San Martiño de Moaña, en la que, además del Dolio, también se representan las figuras de dos músicos tocando la fídula y una pareja tocando aerófonos.
Otras hipótesis sostienen que también pudo haber sido utilizado para dar el tono base sobre el cual se apoyarían las cántigas litúrgicas, considerada una técnica primitiva muy empleada en los cantos arcaicos de reunión, rezos y plegarias rituales.
Es necesario reflexionar sobre esta parte tan ignorada de nuestro patrimonio cultural. Debemos recuperar y fomentar el interés del público por estas manifestaciones del románico popular. El conjunto figurativo de la iglesia de San Martiño contiene mucha información sobre la vida cotidiana de nuestra Edad Media y, en particular, sobre la práctica musical de este período histórico.
